La corrupción es un problema tan antiguo como la humanidad. Resulta utópico su eliminación. Sin embargo, no es imposible contenerla mediante un proceso de concientización en el que se inculquen sólidos principios éticos desde la educación inicial, la educación primaria, la secundaria, el nivel educación superior, y la educación universitaria, a nivel pregrado y posgrado. El mismo se refuerza durante el transcurso de la vida a través de una constante práctica de valores en el día a día que permita aplicar eficazmente antídotos contra la corrupción. Esto pasa por un tema de civismo y de conciencia social.