Editorial

Ciudades, territorios y espacios inteligentes en países periféricos ¿es una utopía?

Autor: Iván de la Vega Hernández

El término smart cities llegó para quedarse, pero su definición es evolutiva y no existe un consenso mundial sobre ella debido, entre otras razones, a la condición multidimensional que cada conglomerado de personas tiene; también, por el incremento sostenido de este tipo de espacios y territorios y ese hecho los convierte en casos específicos de alta complejidad urbanística en las que el conocimiento es el factor crítico de éxito.

Un elemento determinante para definir las smart cities, es la constante emergencia de nuevas tecnologías que obligan a gestionar el cambio de forma continua y ese hecho incide en repensar el concepto cada cierto tiempo. Entonces, la variable tecnológica es la que interviene a distintos niveles de escalabilidad para transformar a las ciudades, territorios y espacios en inteligentes.

Al ser un término emergente, se identifican visiones distintas que no permiten que exista un consenso, dado que no existe suficiente evidencia bibliográfica para definir lo que se pretende conceptualizar cuando se plantea lo que es una smart city; incluso, algunos especialistas consideran ese concepto como algo ambiguo y por ende se genera discusión respecto a su viabilidad. 

Como hemos visto, la definición evoluciona constantemente y nuevos estudios indican que las ciudades inteligentes son la clave para satisfacer las crecientes demandas de los ciudadanos y esto se asocia con el desarrollo tecnológico y la administración digital de los recursos accesibles. Incluso, se asevera que la mejora del mundo reside en el avance de los entornos urbanos y la afluencia de personas crea posibilidades, pero también retos.

Eso significa que la vía es crear espacios y territorios sostenibles y eso termina siendo una prueba a la que se enfrentan los gobiernos de todo el mundo, debido a que ahora la clave son los derechos y el bienestar de los ciudadanos que habitan una ciudad inteligente. En este estudio de Kominos (2022) se traslada el enfoque smart cities hacia las tecnologías inteligentes basadas en la creación de sistemas de innovación y a la modificación de las rutinas de las ciudades.

Esto significa que el concepto central se base en los sistemas de innovación, vistos como aprendizajes o procesos cognitivos que requieren de enfoques interdisciplinarios que combinen la investigación de las distintas dimensiones que comprenden este complejo espacio de interacción donde habita la mayoría de las personas en el mundo. 

El título de este editorial es una ‘provocación´ para pensar de forma crítica sobre si es utópico suponer que en países de menor desarrollo se pueden aplicar soluciones (o mejoras) inteligentes a territorios que, además, sean sostenibles, y la respuesta es afirmativa.

De hecho, en América Latina existen ciudades como Curitiba, Santiago, Medellín, Sao Paulo y Buenos Aires, entre otras, que cumplen con varios de los criterios que se requieren para realmente ser consideradas en los Rankings que ya existen en este tema (Sostenibles, inclusivas, transparentes, generan riqueza y están pensadas para los ciudadanos).

El punto, es que este tipo de iniciativas no se han desarrollado a la escala que se debería y ese es el principal hándicap que debemos ir corrigiendo como sociedad global. Decirlo así es fácil, pero lo verdaderamente difícil radica en ir desarrollando espacios (municipios, por ejemplo) para luego ir integrándolos hasta llegar a lo que denominados conceptualmente como SMART CITIES.  

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