Autor: Roberto Ponce Oliva
En el dinámico panorama empresarial actual, la integración de prácticas sustentables ha emergido como un imperativo ineludible. No es meramente una tendencia pasajera, sino un pilar fundamental que dicta el éxito y la resiliencia de una empresa en un mercado cada vez más consciente y exigente. La sustentabilidad ya no es entendida como un añadido opcional, sino que debe ser implantada en el núcleo de cada empresa, reflejando su compromiso intrínseco con el bienestar de la sociedad.
La adopción de un enfoque sustentable puede generar una serie de oportunidades para la empresa. Por ejemplo, actúa como un catalizador de innovación. Al abordar desafíos ambientales y sociales, las empresas pueden descubrir nuevos modelos de negocio, productos y servicios, preparándose para satisfacer las demandas futuras y anticipando cambios en el comportamiento del consumidor. Además, la adopción de prácticas sustentables genera una optimización de procesos y recursos, resultando en operaciones más rentables. Por otro lado, en el terreno del capital humano, un compromiso genuino con la sustentabilidad atrae y retiene talento, especialmente entre las generaciones más jóvenes, que valoran un entorno de trabajo alineado con sus principios éticos. Paralelamente, en el ámbito financiero, las empresas que demuestran responsabilidad y sustentabilidad captan el interés de inversionistas, que ven en la responsabilidad corporativa un indicativo de valor y estabilidad a largo plazo.
Las empresas que responden a las expectativas sociales no solo fortalecen su imagen de marca y construyen confianza, sino que también logran una diferenciación significativa en el mercado. En este contexto, los consumidores son cada vez más propensos a apoyar a empresas que demuestren un compromiso real y coherente con la sustentabilidad, estando incluso dispuestos a pagar un premium por productos y servicios responsables.
El acceso a las oportunidades que brinda la adopción de una estrategia sustentable no está garantizado, y depende fundamentalmente del lugar que esta estrategia ocupa en la organización. Este compromiso con la sustentabilidad debe estar incorporado en cada decisión, y dado el carácter estratégico, se requiere que dicha incorporación sea planificada. Esta planificación debe considerar a lo menos un análisis de rentabilidad detallado que garantice que la asignación de recursos, a prácticas sustentables, sea eficiente y genere valor en el largo plazo. Por otro lado, es necesario comprender las preferencias y valores de la sociedad, de tal forma de seleccionar aquellas estrategias más valiosas, pero también para implementar y comunicar eficazmente iniciativas sustentables. La forma en que las empresas comunican sus esfuerzos sustentables es determinante, donde los mensajes deben ser claros y respaldados por acciones y resultados verificables, evitando el “greenwashing” y construyendo una reputación sólida basada en la integridad y coherencia.
La integración, equilibrada y estratégica, de la sustentabilidad en el core empresarial es un enfoque que promete valor y resiliencia. Es una inversión en el futuro de la empresa, un camino hacia un legado de responsabilidad y contribución positiva a la sociedad.
*Columna escrita por el profesor investigador Roberto Ponce Oliva, miembro invitado del Observatorio de Innovación y Sostenibilidad, y Director del Centro Sustentabilidad Empresarial, de la Facultad de Economía y Negocios en la Universidad del Desarrollo