Autor: Luciano Barcellos-Paula, PhD
Un reciente informe1 indica que la economía mundial es sólo un 7,2% circular en 2022, confirmando una tendencia negativa hacia la circularidad año tras año, ya que en 2018 era del 9,1%, en 2019 se redujo al 9%, y en 2020 bajó al 8,6%. Estos resultados revelan que la circularidad desciende a medida que aumenta la tasa general de extracción global de materias-primas, y que cada vez más estos recursos se destinan a construcción de carreteras, viviendas y bienes duraderos, lo que deja menos materiales para reciclar en la economía, ratificando una mayor dependencia de materiales de fuentes vírgenes.
Para reducir esta dependencia y aumentar la participación de la economía circular, es esencial reducir el uso de los combustibles fósiles, especialmente el carbón y la demanda de minerales de gran volumen, como la arena y la grava, en gran parte para viviendas e infraestructuras.
El estudio1 también resalta que, en los últimos seis años, la economía mundial extrajo y utilizó más materiales que en todo el siglo XX, lo que mejoró el nivel de vida de las personas, pero al mismo tiempo traspasó los límites medioambientales seguros del planeta. Por lo tanto, se incrementa la preocupación hacia un desarrollo sostenible, pues el modelo económico actual basado en la economía lineal “extraer-producir-tirar” está superando los límites de seguridad del planeta2 con impactos negativos en la salud medioambiental en la tierra, el mar y el aire. En este contexto, es fundamental dar una respuesta rápida y estratégica para priorizar un modelo sostenible que preserve los recursos naturales para futuras generaciones.
Por lo tanto, un modelo económico basado en la circularidad podría satisfacer las necesidades de las personas con sólo el 70% de los materiales utilizados actualmente, lo que estaría dentro de los límites de seguridad del planeta1. Para invertir esta tendencia y alcanzar el bienestar de las personas de manera sostenible, es esencial la colaboración entre los sectores público, privado, y la academia para ampliar la transición hacia una economía circular.
La economía circular es mucho más que reciclar, y las soluciones pasan por cuatro principios orientados en: usar menos al reducir la extracción de materias primas; usar más, es decir, utilizar mejor y durante más tiempo los materiales; producir limpio al cambiar los combustibles fósiles por energías renovables y los materiales tóxicos por otros regenerativos; y usar de nuevo, al potenciar el uso de materiales secundarios.
Estos cuatro principios son clave para la economía circular, y tienen como objetivo optimizar el uso de los materiales para el bienestar de todos, a través de la gestión circular de los materiales, y también centrarse en la reducción del consumo hacia niveles de suficiencia para reducir el impacto ambiental. Asimismo, las soluciones transformadoras deben ser aplicadas en cuatro sistemas clave: sistemas alimentarios, entorno construido, bienes manufacturados y consumibles, además de movilidad y transporte. De esta manera, se invertiría el actual rebasamiento de cinco de los nueve límites planetarios clave, manteniendo así ecosistemas prósperos para el agua, la tierra y el aire, y restringiendo el aumento de la temperatura global a menos de dos grados1.
Referencias
1Circle Economy (2023). The circularity gap report 2023 (pp. 1-64, Rep.). Amsterdam: Circle Economy.
2Rockström, J., W. Steffen, K. Noone, Å. Persson, et.al. 2009. Planetary boundaries: exploring the safe operating space for humanity. Ecology and Society 14(2): 32.
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