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Autor: Iván Manuel De La Vega Hernández

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Las rápidas mutaciones en las que transitamos los seres humanos en el siglo XXI están marcadas por grandes cambios que afectan a todo el ecosistema de nuestro planeta tierra. Existen eventos esperados en los que, con cierto grado de certeza, podemos predecir algunas mejoras o modificaciones marcadas por la innovación. Esto es conocido y lo relacionamos a progresos incrementales, pero, también, en paralelo y cada vez más, se están produciendo cambios radicales que barren con la constelación de tecnologías existentes y las podríamos identificar como innovaciones radicales (tecnológicas), disruptivas (cambios en la estrategia del negocio) e incluso de arquitectura (Spin off). Esto se ha visto con mayor nitidez con la emergencia del evento global inesperado conocido como el SARS-CoV-2 y sus variantes.

Por su parte, la sostenibilidad cuenta con una pluralidad de significados cuando se asocia al modelo de negocio; mientras que al vincularla con el medio ambiente se relaciona al desarrollo sostenible y se entiende como “aquel que satisface las necesidades actuales sin comprometer las capacidades de futuras generaciones para satisfacer sus propias necesidades” (WCED-World Commission on Environment and Development, 1987). Esta definición, al relacionarla con la innovación, produce una convergencia que necesariamente debe apuntar a la búsqueda constante de mejoras pensadas hacia el impacto que ocasionamos los seres humanos a todo el ecosistema de nuestro planeta, y eso incluye los recursos naturales no renovables ya que, en realidad, nuestro mayor problema es el cambio climático.

En la búsqueda de la convergencia entre la innovación y la sostenibilidad surge una definición de innovabilidad que plantea que las estrategias deben buscar desarrollar productos, procesos, servicios, cambios organizacionales, estrategias de marketing o nuevos modelos de negocios (o combinación de ellos), hacia adentro y hacia afuera de la organización, pensando en generar una mayor competitividad a través de prácticas sostenibles (De la Vega & Barcellos de Paula, 2020). El cambio radical que genera la innovabilidad, es que está dirigida hacia lo que hemos denominado la estructura unidimensional de la innovabilidad, que no es otra cosa que el mindset que debe realizar cada persona de forma progresiva en el mundo para que sus acciones busquen, en algún grado, un beneficio para el planeta. Es decir, hablamos de una reprogramación neurolingüística para los que estamos vivos y, además, pensar en que las generaciones futuras ya se deberían formar bajo este tipo de competencias. 

Por lo tanto, la innovabilidad requiere de una nueva forma de entender las acciones que cada ser humano realiza y las implicaciones que cada una de ellas tiene. El momento de cambios acelerados que estamos viviendo ha revalorizado el hecho de poder revisar los paradigmas actuales de funcionamiento que comienzan con el individuo, pero que tiene repercusión en una sociedad ya globalizada. Esto significa que el cambio de mindset debe ser total, pero sabemos que su aplicabilidad será progresiva. Estamos inmersos en múltiples procesos que están en desarrollo y que necesariamente se deben ir repensando para ir en búsqueda de iniciativas sincronizadas con la innovabilidad como nuevo paradigma, y esto no es algo menor.

Si desea comunicarse con el profesor e investigador de CENTRUM PUCP Iván Manuel De La Vega Hernández, escribir a: idelavega@pucp.edu.pe

Referencias:

• De la Vega, I., & Barcellos de Paula, L. (2020). Scientific mapping on the convergence of innovation and sustainability (innovability): 1990–2018. Kybernetes, © Emerald Publishing Limited 0368-492X. https://doi.org/DOI 10.1108/K-05-2020-0328

• WCED-World Commission on Environment and Development. (1987). Our common future. Recuperado de http://www.un-documents.net/our-common-future.pdf

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