Autor: Iván De La Vega
Kondratieff diseñó a principios del siglo XX un modelo econométrico que explicaba lo que en su momento se llegó a denominar como las Ondas Largas de Kondratieff. Este investigador describía estos procesos como cambios disruptivos que ocurrían aproximadamente cada 50 o 60 años y demostró que en cada uno de esos ciclos se sucedían fases de ascenso y descenso de la actividad económica, dando pie al ingreso de nuevas tecnologías que barrían a las constelaciones anteriores al final de cada ciclo. Si Kondratieff viviese hoy en día, seguramente hubiese modificado su modelo.
El argumento se basaría en el desarrollo exponencial que está experimentando el conocimiento en lo que llevamos de siglo XXI, y probablemente el nuevo enfoque se denominaría Ondas Cortas de Kondratieff. El silogismo tiene como propósito marcar las grandes diferencias que se presentan en el escenario actual con respecto al resto de la historia de la humanidad.
Si bien el modelo de Kondratieff no calza exactamente con las 4 revoluciones industriales, sirve para comprender que vivimos en una era de grandes transformaciones. En esa línea, ya es de uso general el concepto de la Cuarta Revolución Industrial (o Industria 4.0) y también sabemos que esa expresión fue acuñada en 2016 por Schwab que, a su vez, es el fundador del Foro Económico Mundial, dado que publicó un libro con el nombre The Fourth Industrial Revolution que, de forma casi instantánea, se convirtió en tendencia mundial. Según este autor, la humanidad superó la denominada Tercera Revolución Industrial que se inició a principios de los años 70 del siglo pasado y su centro de gravedad giraba alrededor de la introducción de la globalización, de las energías renovables, de la automatización de las Tecnologías de la Información, del financiamiento de la Investigación y Desarrollo (I+D), entre otros.
Según Schwab, la Cuarta Revolución industrial evoluciona a partir de algunas tecnologías preexistentes, pero ahora la diferencia estriba en la rápida transformación hacia el uso de sistemas inteligentes que buscan la fusión de tecnologías para integrar a las organizaciones con las personas. Visto de otro modo, se están desintegrando las fronteras de lo físico y lo digital, incluso, de lo biológico, con el fin de modificar, aún más, la forma en que vivimos e interaccionamos.
Ahora bien, cuando hablamos de la Sociedad 5.0, nos estamos refiriendo a una visión futurista que no proviene directamente de la definición de la cuarta revolución industrial y, por ende, no podemos considerarlas dentro de una misma corriente de pensamiento. Esta idea procede de Japón y su enfoque se centra en integrar a la tecnología con procesos de innovación que buscan mejorar el nivel y la calidad de vida de las personas, pero debe ir de la mano con el cuidado del medio ambiente.
El enfoque habla de las interacciones dinámicas de los actores sociales cooperando de manera distinta para producir resultados novedosos al crear ecosistemas de innovación y emprendimientos sociales sostenibles y esto significa que la definición de la innovabilidad está imbricada en ese proceso de cambio disruptivo que busca modificar el mindset colectivo. Por eso proponemos dentro de nuestra hoja de ruta hablar más bien de un tránsito hacia una sociedad global 5.0 basada en la innovabilidad, en la cual coloquemos en el centro de nuestras soluciones al planeta y no a las personas, debido a que solamente somos uno de los seres vivos y no el centro del mundo. Funcionemos como un organismo más dentro de un ecosistema hipercomplejo y no como el único, dado que dependemos de lo que nos provee el planeta.