El índice General de la Bolsa de Lima, en lo que va del año, al 13 de mayo registra una pérdida de casi 30%. Todo un desastre financiero.
Si usted es un inversionista con portafolio similar a la composición del Índice General de la BVL, el cual, al 13 de mayo, aún lo retiene; para lo que va del año, a esa fecha, ¿ha perdido o no ha perdido? Pregunta elemental y básica para todo inversionista. Sin embargo, es impresionante los errores de razonamiento y de entendimiento financiero que esta crisis financiera ha sacado a la luz. Hemos vistos declaraciones y afirmaciones de ministros de economía, analistas financieros, economistas, profesores de finanzas y de otros especialistas afirmando con convicción que no se ha tenido pérdida alguna, porque, según ellos, el no vender hace que la perdida no se haya materializado. Aún más, estos “expertos”, muchos de renombre, han sido de amplia mayoría. Si no vendió, ¿se perdió o no se perdió?
Claro que se perdió, el valor de sus activos disminuyó. La pérdida no depende de si se vendió o no se vendió, la pérdida tiene que ver con la disminución del valor de los activos y el valor de estos lo fija su costo de oportunidad, que es el que arroja el mercado. No tiene ningún sentido que dos individuos, A y B, con idénticos portafolios a inicios de año, mantenidos hasta el 13 de mayo, en donde el inversionista A vendió y el B no vendió; para estos “expertos”, resulta que A sí perdió y el B no.
Un activo tiene un solo precio, no depende del accionista involucrado, ni de las decisiones que este tome, el activo sigue siendo el mismo. La pérdida ya se dio. Caso contrario, “para no materializar la pérdida” estos inversionistas retendrían la inversión hasta que esta se recupere, ¿y si no se recupera? ¿Están estos accionistas aun reteniendo las acciones de Aereoperú, de Faucett, de Lehman Brother, etc, para no materializar la perdida? Ya perdieron, la pérdida ya se materializó, vendan o no vendan.
Una cosa distinta es si debo vender o no debo vender. Para el período en cuestión, en nuestro ejemplo: lo que va del año al 13 de mayo, ya se perdió. Si debo o no debo vender, no depende de lo ocurrido, sino del futuro, si las perspectivas de mi portafolio para los próximos meses son buenas o malas. Si son buenas debo retener (e incluso invertir más), pero si son malas, debo vender. Si retengo y la bolsa sube, por encima del valor de inicio del año, la situación no cambia. En el primer periodo, 2020 al 13 de mayo, se perdió y en el subsiguiente se ganó. En el periodo total se ganó, pero esto es debido a que las expectativas para el seguro periodo eran buenas, por eso retuve (que es como vender y volver a comprar); esto es, tuve una gran oportunidad de inversión que aproveché. Igual pudo ocurrir que en el segundo periodo se siguiese perdiendo (como bien saben los que aún retienen las acciones de Graña y Montero), y la pérdida total seguir creciendo.
Lo que está detrás de todo esto es cuál es el valor de un activo. Algo tiene valor si hay un costo de oportunidad involucrado, caso contrario, no tiene valor. En el caso de un activo financiero, su costo de oportunidad es el efectivo al cual renuncio por retener ese activo. Ese efectivo está definido por el precio de mercado del activo, venda o no venda. El costo de oportunidad no cambia por la decisión de vender o no vender.
Esperemos que estos cambios en el mercado financiero ayuden a ciertos “especialistas” a entender claramente lo que es el costo de oportunidad; el valor de un activo; cuándo se produce una pérdida financiera; a distinguir entre pérdida en un periodo y expectativas para el periodo futuro; a entender que retener un portafolio y no venderlo, no tiene que ver con el periodo pasado, sino con las expectativas futuras.
Si desea comunicarse con el profesor e investigador Sergio Chión, escribir a sjchion@pucp.edu.pe
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