El reciente incremento de precios es un notable ejemplo de cómo la incertidumbre puede nublar la vista de los bancos centrales y afectar a la economía. A pesar de diversas advertencias sobre un posible sobrecalentamiento hechas por renombrados analistas como Mohammed El-Erian, Larry Summers o Kenneth Rogoff, la mayoría de bancos centrales sostuvo que el aumento de inflación sería un fenómeno transitorio que se autocorregiría conforme se alivien las restricciones que afectan a la cadena de suministros global. Por ende, una política monetaria más restrictiva no sería necesaria. Pocos meses después, ante la persistencia y aceleración generalizada de precios, la inflación paso a ser uno de los enemigos más importantes para la recuperación post-Covid-19 en muchos países. Ante esto, recientemente diversos bancos centrales se han embarcado en una batalla por controlar la inflación a través de aumentos sucesivos de las tasas de interés.
Lo anterior plantea una pregunta fundamental: ¿Cómo debería reaccionar la política monetaria en un contexto de incertidumbre? En primer lugar, es importante resaltar qué ocurre cuando el banco central no tiene incertidumbre; es decir, cuando sus decisiones reflejan perfectamente lo que ocurre en la economía. En este extremo, la perfecta estabilidad de precios es alcanzable y deseable. Esta política permite que los agentes económicos adopten decisiones individuales óptimas que benefician a la sociedad en su conjunto. En otras palabras, el banco central puede literalmente elegir el nivel apropiado de demanda agregada sin temor a equivocarse de modo tal que la economía alcance su máxima eficiencia productiva y la estabilidad de precios de manera simultánea.
Lo anterior cambia radicalmente cuando el banco central basa sus decisiones en información imperfecta sobre la economía. En este contexto más real, la máxima eficiencia productiva posible no es consistente con la perfecta estabilidad de precios. En particular, cuando la política monetaria es elegida bajo información imperfecta, buscar la estabilidad de precios genera niveles indeseados de actividad económica que provienen del “ruido” en la propia información del banco central. Es decir, estabilizar precios exacerba el impacto de las equivocaciones del banco central sobre el sector real. Por lo tanto, un banco central racional que reconoce dicho dilema debe alejarse de la perfecta estabilidad de precios. De hecho, se recomienda una política monetaria que es permisible frente a los cambios en precios pero que actúa sistemáticamente en contra de ellos, reduciendo la tasa de interés cuando los precios bajan y aumentándola cuando los precios aumentan.
En resumen, la incertidumbre tiene un impacto importante sobre la economía, no solo a través de los agentes económicos, sino también a través de las políticas adoptadas por los propios bancos centrales. En este sentido, es importante entender cómo deben reaccionar los bancos centrales ante su propia ignorancia con el fin de adoptar políticas más robustas a los diferentes escenarios que pueden ocurrir en el futuro. Tal como fue expresado por Jerome Powell, presidente del directorio de la Reserva Federal de los Estados Unidos, el 3 de noviembre del 2021: “We have to be humble about what we know about this economy.” Quizás esa humildad frente a lo desconocido sea una de las lecciones aprendidas más importantes que ha de dejar este episodio inflacionario.
DATO: Este artículo deriva del estudio Efficiency under Endogenous Information: A Price-Setting Application que tiene como coautor a Luis Gonzalo Llosa Velasquez, profesor e investigador de CENTRUM PUCP Business School.
REFERENCIA:
Llosa, LG. & Venkateswaran, V. (2022). Efficiency under Endogenous Information: A Price-Setting Application. A ser publicado en Journal of the European Economic Association. Recuperado de: https://academic.oup.com/jeea/advance-article-abstract/doi/10.1093/jeea/jvac010/6543706