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De usuarios pasivos a co-creadores: rediseñar la experiencia universitaria desde el estudiante

¿Qué pasaría si las universidades diseñaran sus servicios desde la voz del estudiante? Este estudio propone dejar atrás el enfoque único y segmentar estratégicamente la experiencia universitaria. A través de datos reales, se identifican tres perfiles estudiantiles en Colombia, revelando oportunidades concretas para mejorar la retención, el bienestar y el valor percibido de la educación superior.

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En Colombia, miles de estudiantes acceden a la educación superior cada año, pero acceder no es lo mismo que pertenecer. A pesar del crecimiento en la cobertura, persisten brechas profundas en la forma en que los jóvenes viven su paso por la universidad. Mientras algunos se sienten escuchados y valorados, otros transitan por un sistema que apenas reconoce sus necesidades, emociones o trayectorias. Esta disparidad no solo impacta la permanencia, también afecta el sentido mismo de lo que significa “educar”. En un contexto marcado por la desigualdad, repensar la experiencia universitaria desde la voz del estudiante se vuelve urgente para construir instituciones más inclusivas, estratégicas y sostenibles.
Comprender la experiencia del estudiante universitario exige ir más allá de las métricas convencionales de rendimiento o satisfacción general. Los estudiantes no viven la universidad de forma uniforme, y cualquier estrategia institucional basada en esa falsa homogeneidad termina reproduciendo las mismas limitaciones estructurales que afectan a la educación superior en América Latina. Este estudio, desarrollado a partir de 484 casos en Colombia, demuestra que segmentar la experiencia universitaria no solo es metodológicamente posible, sino estratégicamente necesario.

Aplicando técnicas de análisis de conglomerados, se identificaron tres perfiles diferenciados en función de la percepción del servicio educativo, la inclusión, la participación, la relación con los docentes y el desarrollo personal. Esta segmentación permite pasar de un enfoque reactivo a uno propositivo: las universidades deben dejar de preguntarse solamente qué sienten sus estudiantes, y empezar a actuar según lo que cada grupo necesita para prosperar dentro del sistema.

El primer grupo (39.5 %) presenta una experiencia altamente satisfactoria: se sienten escuchados, participan activamente, ejercen liderazgo y perciben que su formación abarca lo ético, lo social y lo académico. Representan lo que ocurre cuando la universidad incorpora la lógica de co-creación: el estudiante no es usuario, sino protagonista del servicio educativo. Aquí, el valor no proviene solo del contenido, sino del reconocimiento institucional de su agencia.

El segundo grupo (49.2 %) vive una experiencia funcional, pero no transformadora. Aunque no reportan malestar, su relación con la institución es distante. Este segmento puede fortalecerse si se crean mecanismos reales de participación, acompañamiento personalizado y mayor conexión con entornos globales. Su potencial depende de intervenciones que los hagan pasar de receptores a colaboradores.
El tercer grupo (11.4 %) evidencia un nivel preocupante de desvinculación. Se sienten poco representados, con escasa autonomía y limitado desarrollo integral. En este caso, se requiere reconstruir el vínculo desde una política activa de apoyo emocional, pedagógico y social. No intervenir implica perpetuar la exclusión y alimentar la deserción.

Este estudio ofrece más que un diagnóstico: propone una ruta para rediseñar el servicio educativo desde una lógica segmentada y centrada en el bienestar estudiantil. La co-creación no es un ideal retórico: es una estrategia concreta para aumentar el valor percibido, la lealtad institucional y la sostenibilidad de la educación superior en América Latina.

Los hallazgos de este estudio ofrecen a las universidades una hoja de ruta clara para diseñar estrategias diferenciadas según el perfil de sus estudiantes. Ya no se trata solo de diagnosticar malestares o medir satisfacción general, sino de intervenir con precisión, empatía y visión a largo plazo. Aplicar una lógica segmentada permite tomar decisiones más informadas, fortalecer el vínculo institucional y construir experiencias formativas que respondan a contextos diversos sin perder coherencia estratégica.
Este artículo deriva del estudio Towards Comprehensive Education: Key Strategies to Enhance the Student Experience in Colombia, que tiene como autora a Marelby Amado Mateus, profesora e investigadora de CENTRUM PUCP Business School.

Referencias:

Amado Mateus, M., & Guzmán Rincón, A. (2025). Towards Comprehensive Education: Key Strategies to Enhance the Student Experience in Colombia. Journal of Educational and Social Research, 15(4). https://doi.org/10.36941/jesr-2025-0123

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