Los resultados de la edición 2024 muestran que el desarrollo social de los hombres continúa siendo superior al de las mujeres en un 13%, evidenciando una persistente disparidad estructural. Aunque la brecha ha disminuido en comparación con años anteriores, esta reducción no responde a mejoras significativas en las condiciones de vida de las mujeres, sino a una caída generalizada en los puntajes. Esto subraya la necesidad de fortalecer políticas que promuevan la equidad, especialmente en las dimensiones donde la diferencia es más pronunciada.
El análisis por regiones revela que las diferencias en desarrollo social se dan entre hombres y mujeres, pero también dentro de los mismos entornos geográficos. Lima Metropolitana se mantiene como la región con el mayor puntaje para las mujeres (49.1), mientras que Moquegua lidera en el caso de los hombres (58.2). Sin embargo, en varias regiones de la Sierra y la Selva, los puntajes siguen siendo preocupantemente bajos, lo que refleja rezagos estructurales en el acceso a servicios básicos y oportunidades económicas.
Un análisis más detallado de los componentes de cada dimensión permite observar que las mujeres presentan mejores indicadores en educación y salud, pero enfrentan dificultades en autonomía económica, toma de decisiones y acceso al empleo. La brecha en el empleo formal sigue siendo considerable, con altos niveles de informalidad y subempleo entre las mujeres. Además, la carga de trabajo no remunerado continúa siendo una barrera significativa para su desarrollo profesional y económico.